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Consagración
Noviembre 7th, 2011
Josué 3:8-10
Después de 400 años en Egipto y 40 años de vagar por el desierto, todo se había reducido a esta noche. Un par de millones (tal vez más) de personas acamparon junto al Jordán. Todos esperaron a que el arca de la alianza se moviera. La expectación flotaba como una espesa niebla en el aire.
Esa noche, Josué le dio al pueblo de Dios un mandato de dos palabras: “Santifíquense”. ¿Qué es exactamente lo que le estaba pidiendo a la gente que hiciera? Josué le pedía a cada persona que escudriñara su corazón y hiciera algo individualmente. Aquí “consagrar” es un verbo que significa hacer algo irrevocablemente, permanentemente. Josué les está diciendo que irrevocable y permanentemente vuelvan sus corazones al Señor. Solo entonces estarían preparados para experimentar plenamente lo que el Señor tenía reservado para ellos.
Esta noche, el Señor mostró a su pueblo, y a nosotros, cómo acercarnos a él. Sus maravillas aguardan al creyente irrevocablemente comprometido y permanentemente dedicado. ¿Por qué el creyente necesita estar en esta condición? El corazón no comprometido verá y experimentará las maravillas de Dios y luego imaginará que logró estas cosas maravillosas por sí mismo. Comprométete. Sé irrevocablemente dedicado. Dios está listo para desplegar sus maravillas.
