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¿Un dios de ojos verdes?
Octubre 12th, 2011
Deuteronomio 4:32-40
El reclamo de soberanía de nuestro Señor puede tocar una nota discordante en la sociedad actual, donde la tolerancia es la virtud dominante. Muchos sostienen que hay muchos dioses y muchos caminos hacia lo divino. Desde el principio, sin embargo, Dios se declaró a sí mismo el único. Se negó a compartir su gloria o su pueblo con otro.
Sus celos no nacen de la inseguridad, la codicia o el rencor, como suele suceder con los nuestros. Es el subproducto de su soberanía absoluta, santidad infinita y amor de pacto. No tiene envidia de los logros o posesiones de sus hijos, sino que comunica su gran amor en un lenguaje que podemos entender.
El vínculo entre Dios y su pueblo es comparable a la relación de un esposo y una esposa entre sí. Como su iglesia, estamos comprometidos con él como una novia para el novio.