Proverbios 3:1-8
Al igual que jactarse de la propia humildad, afirmar ser sabio a nuestros propios ojos es una gran ironía. Si creemos que podemos ser nosotros mismos los que juzgamos si estamos viviendo sabiamente, hemos olvidado por completo quién creó la sabiduría y nos la regaló en primer lugar. Cuando perdemos de vista lo que es sabio a los ojos de Dios, nos perjudicamos a nosotros mismos, pero también hacemos daño a nuestra comunidad circundante. Nuestra perspectiva está sesgada; ¡No podemos distinguir entre lo que es sabio y lo que es insensato por nuestra cuenta!
En cambio, estamos llamados a buscar la sabiduría de Dios. Solo entonces podremos tomar decisiones que resulten en la comunidad justa, correcta y equitativa que se menciona en la introducción del libro y vencer la tentación de ser autosuficientes.
Buscar ser sabios a los ojos de Dios y no a los nuestros también afecta a nuestros cuerpos físicos.
Es completamente agotador depender de nosotros mismos en lugar de de Dios, y ciertamente conduce a la destrucción. Cuando confiamos en el Señor y le tememos, podemos empezar a sanar de nuestra autosuficiencia y recibir el alimento que tan desesperadamente necesitamos.
Autor: Miranda Musick